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Gastritis



La gastritis es la inflamación agudo o crónico del revestimiento (mucosa) del estómago.

La inflamación de la mucosa originada por la gastritis se ve enrojecida en una gastroscopia, presentándose en diversas formas de imágenes rojizas en flama o como hemorragias subepiteliales.

Es posible que sólo una parte del estómago esté afectada por la gastritis o que lo esté toda la esfera gástrica.

Causas y factores de riesgo

Han transcurrido a la fecha más de 20 años desde que los investigadores australianos Robin Warren y Barry Marshall descubrieron la relación existente entre la bacteria inicialmente llamada Campylo- bacter pylori, hoy Helicobacter pylori (HP) con el desarrollo de las úlceras, gastritis y duodenitis.

Hasta 1982, la creencia era que las lesiones como las úlcera gastroduodenales eran provocadas por el estilo de vida del paciente donde el estrés jugaba un papel central, estimulando el sistema nervioso que a su vez estimulaba la producción en exceso de jugos gástricos ricos en ácidos de bajo pH pero con un alto contenido de ácido clorhídrico que, como es sabido es corrosivo y daña el tejido celular.

Hoy se sabe que Helicobacter pylori causa más del 90% de las úlceras duodenales o intestinales y hasta 80% de las gástricas o estomacales.

El microorganismo ingresa por vía digestiva en alimentos o aguas contaminadas habitualmente en los primeros años de vida y suele ser transmitida de madres a hijos en los primeros años de la infancia.


Sin embargo, se reconocen otras causas que incluyen:

  1. Malos hábitos alimenticios.

  2. El abuso en el consumo de analgésicos, tanto esteroideos (cortisona y derivados) como no esteroideos (aspirina, piroxicam, indometacina, etc.)

  3. Tomar medicamentos antiniiflamatorios.

  4. Estrés debido a diversas enfermedades.

  5. Infecciones virales o bacterianas.

  6. Radiaciones.

  7. Alimentación inadecuada o muy picante.

  8. Alcohol, cafeína y nicotina.

  9. Tabaquismo.

  10. Uso concomitante o simultaneo de 2 o más antiinflamatorios (AINES)

  11. Co-morbilidades.

  12. Historia de úlcera sangrante previa.

Síntomas

En ocasiones no se presentan síntomas, pero lo más habitual es que se produzca ardor o dolor en el epigastrio, acompañado de náuseas, mareos, etc. por la gastritis.

Es frecuente encontrar síntomas relacionados al reflujo gastroesofágico, como la acidez de estómago.

Los ardores en el epigastrio suelen ceder a corto plazo con la ingesta de alimentos, sobre todo leche.

Unas dos horas tras la ingesta, los alimentos pasan al duodeno y el ácido clorhídrico secretado para la digestión queda en el estómago, lo que hace que se agudicen los síntomas.

También puede aparecer dolor abdominal en la parte superior (que puede empeorar al comer), indigestión abdominal, pérdida del apetito, vómitos con sangre o con un material similar a granos de café, y heces oscuras.


De manera general se enlistan otros de los malestares que se pueden presentar:

  1. Dolor en el tórax.

  2. El dolor suele tener relación con las comidas: o calma o empeora con ellas.

  3. Flatulencia o gas.

  4. Sabor ácido en la boca, con sensación de quemazón por detrás del esternón.

  5. Pérdida de apetito.

  6. Debilidad.

  7. Vómitos.

  8. Diarrea.

  9. Vómitos de sangre.

  10. Sangre en heces (las tiñe de negro)

  11. Anemia no explicable.

  12. Hemorragía.

Sin embargo, el diagnóstico de certeza es mediante un estudio histopatológico de la biopsia de mucosa gástrica previamente extraída de la exploración endoscópica.

Diagnóstico

El diagnóstico habitualmente es clínico, lo que requiere de una historia clínica completa y este se complementa con varios exámenes de laboratorio o gabinete tanto para valorar el tratamiento, el pronostico como la severidad del cuadro clínico.

Algunos estudios complementarios incluyen; endoscopia, biopsia, cultivos, prueba de ureasa, prueba del aliento, entre otras.

Tratamiento

El tratamiento incluye tanto el empleo de medicamentos como un régimen alimenticio que disminuya la acidez estomacal, para prevenir más lesiones o complicaciones como la formación de ulceras que pueden romperse.

Los medicamentos empleados dependerán de la causa, pero pueden incluirse procinéticos como la metoclopramida, antiácidos, citoprotectores como el sucralfato y atrapadores de ácidos biliares como colestiramina.





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